El Portador de la maldición es el personaje del jugador y el protagonista de Dark Souls II y sus expansiones, The Lost Crowns.
Apariencia
En los tráilers e imágenes promocionales de Dark Souls II, el Portador de la maldición es representado vistiendo el Conjunto de Faraam y usando la Espada larga y una Lanza (doble empuñadura) junto con el Escudo del ala dorada como sus armas principales. En el vídeo de introducción de Dark Souls II, el Portador de la maldición usa el Conjunto importado.
En el juego, al igual que el No muerto elegido de Dark Souls, la apariencia y atributos del Portador de la maldición los determina el jugador, incluyendo su cara, sexo, origen, clase y equipamiento.
También, al igual que el No muerto elegido, el Portador de la maldición es retratado como un arquetipo de "personaje silencioso" que no tiene ningún tipo de diálogo hablado durante el juego (aparte de gruñir o gemir cada vez que es herido o cuando muere).
Origen
Se puede seleccionar la patria del Portador de la maldición, dependiendo de la clase que se elija:
- El Guerrero es de Jugo
- El Caballero es de Volgen
- El Espadachín es de Mirrah
- El Bandido es de Forossa
- El Clérigo es de Lindelt
- El Hechicero es de Melfia
- El Explorador es de Lanafir
- El Marginado es de un lugar desconocido
Trama
Prólogo
El Portador de la maldición se convirtió en un no muerto en algún momento, sufriendo los efectos de la maldición hasta el punto de no tener ningún recuerdo de su vida anterior. Desesperado por encontrar una cura, se siente atraído por el reino de Drangleic, donde se rumoreaba de la existencia de una cura para la maldición de los no muertos. El Portador de la maldición, guiado por una de las Guardianas del Fuego, viaja a través de un portal encontrándose en el Altar encantado. Al encontrar allí una cabaña con las restantes Guardianas del Fuego, el Portador de la maldición recuerda un poco sobre su pasado, y es curado de su estado Hueco a través de una Efigie humana. El Portador es guiado hacia Majula en busca de la Heraldo de Esmeralda.
La Heraldo, a su vez, le dice al Portador de la maldición de buscar al rey Vendrick para encontrar respuestas y reclamar el trono, pero advierte de que el Portador no encontrará nunca al rey con un alma tan pálida y frágil, dándole instrucciones para buscar a los Cuatro Grandes Seres y poder reclamar su poder.
Los Cuatro Grandes
El Portador de la maldición comienza así, su búsqueda de los Cuatro Grandes.
El Portador de la maldición hace su camino hacia la Fortaleza perdida, una prisión olvidada en donde La Pecadora Perdida es recluida. La Pecadora Perdida fue encarcelada allí por el pecado de intentar volver a encender la Primera Llama. El Portador de la maldición llega a la parte inferior de la prisión, en donde enfrenta a la Pecadora y reclama su alma.
A través de la rotonda en Majula, el Portador de la maldición viaja hacia el antiguo dominio del Viejo Rey de Hierro, cuya arrogancia lo llevó a la muerte junto a su reino bajo el hierro fundido. Haciendo su camino a través de los antiguos campos de caza del rey y el ahora valle envenenado que rodea el castillo, el Portador de la maldición encuentra y mata al Viejo Rey de Hierro, reclamando su alma.
Más allá del enorme pozo de Majula se esconden cosas olvidadas. En las profundidades de la tierra, El Podrido, una horrible amalgama de cadáveres espera. Después de hacer su camino a través de la Alcantarilla y tras superar el Desfiladero negro, un lugar en el que se han descartado cosas no deseadas, el Portador de la maldición se enfrenta al Podrido en su guarida y reclama su alma.
Tras liberar a Rosabeth de Melfia de su petrificación, se abre el camino desde Majula a la Ensenada Piedra brillante Tseldora. La Ensenada albergó alguna vez una ciudad próspera, enriquecida por su fundador, el Duque de Tseldora, quien descubrió sus enormes depósitos de cristales. El Duque fue siempre una figura peculiar, ya que estaba obsesionado con las arañas, y un día, una gran araña conocida como la Amada Freja del Duque y sus monstruosos hijos invadieron la ciudad, y el duque nunca fue visto de nuevo. El Portador de la maldición hace su camino hasta la guarida de la araña, donde la enfrenta y derrota, encontrando finalmente la última Gran Alma escondida en su guarida.
Cuando está a punto de encender la última hoguera primigenia, el Portador de la maldición es sorprendido por Aldia, erudito del primer pecado, que emerge de la hoguera. Él le pregunta al Portador de la maldición si quiere "despojarse de la maldición" y le dice que existen dos caminos: heredar el orden del mundo, o destruirlo. Admite que muy pocos han llegado tan lejos, y que el viaje del Portador está lejos de terminar. Entonces el Erudito le dice al Portador que busque al rey Vendrick, "el que casi se convirtió en verdadero monarca", para que guíe su camino. Después de esto, el Erudito desaparece, dejando que el Portador de la maldición encienda la hoguera primigenia.
El Castillo de Drangleic
Con la fuerza de los Cuatro Grandes, el Portador de la maldición puede pasar a través del Santuario del invierno para poder llegar al Castillo de Drangleic. La Heraldo de Esmeralda espera afuera y luego dirige al Portador de la maldición para que entre en el castillo. Sin embargo, no hay rastro del rey en el castillo, en su lugar se encuentra a la reina, Nashandra, quien le dice al Portador de la maldición que Vendrick era menos rey de lo que uno podría imaginar, y que nunca tomó el verdadero trono. Ella dirige al Portador de la maldición hacia la Cripta de los no muertos para acabar con Vendrick.
La Cripta de los no muertos
Después de viajar por el Santuario de Amana, el Portador de la maldición llega a la Cripta de los no muertos, un lugar que se ha mantenido desde los albores del tiempo, y donde han sido enterrados humanos y dioses por igual. Vendrick llegó a este lugar junto con sus leales caballeros y su mano derecha, Velstadt el Escudo Real. Muchos de los sirvientes de Vendrick han viajado hasta allí para encontrar al rey, sólo para conocer su final a manos del Escudo Real y los caballeros del rey.
Al descender desde el elevador, el Portador de la maldición tropieza con Aldia una vez más. Él le pregunta al Portador si todavía desea la paz. Si se responde que sí, él dirá que Vendrick todavía se encuentra allí y que no está lejos. Afirma que el Portador no nació con grandeza y que la misma no le fue concedida por el destino, antes de volver a desaparecer en las llamas.
El Portador de la maldición supera a los caballeros y derrota a Velstadt el Escudo Real, encontrando al rey de Drangleic, Vendrick, al fin. El rey, sin embargo, se ha convertido en Hueco, deambulando por el lugar sin rumbo. El Portador puede optar por poner fin a la miseria del rey, o dejarlo vagando sin fin. Aquí, el Portador de la maldición encuentra el Anillo del rey, y nuevamente a la Heraldo de Esmeralda, quien le dice que con el anillo podrá abrirse paso hacia el lejano oriente, donde el Portador de la maldición debe ir para continuar su viaje. Ella procede a advertir al Portador que si continúa por este camino, un día recorrerá esos terrenos sin realmente recordar porqué.
Si el Portador de la maldición decide buscar su consejo, Nashandra también le dirá de seguir el símbolo del Rey.
El Santuario del dragón
Siguiendo el símbolo del Rey, el Portador de la maldición se dirige al Torreón de Aldia. El Portador viaja a través del torreón, en donde habitan los resultados de los dementes experimentos de Aldia, llegando eventualmente a la Atalaya del dragón, donde se encuentra nuevamente a la Heraldo de Esmeralda esperándolo. Ella dirige al Portador de la maldición hacia el Santuario del dragón, para buscar al Dragón antiguo. Ella afirma que el dragón ha estado observando el mundo desde hace eones, y espera a que el Portador de la maldición llegue hasta él.
Al alcanzar la hoguera del santuario, el Erudito emerge una vez más. Allí revela que él es de hecho, el hermano mayor de Vendrick. Aldia dice que "trató de librarse del yugo del destino, pero que no pudo" y que ahora sólo espera una respuesta. Él le pregunta al Portador si desea "buscar el Trono, buscar la luz, la oscuridad y lo que hay más allá", y como la última vez, desaparece en llamas, permitiendo que el Portador de la maldición encienda la hoguera.
El Dragón antiguo le entrega al Portador el Corazón de neblina de cenizas, lo que le permite a uno mirar en los recuerdos de las cosas marchitas. Si el Portador de la maldición decide buscar el consejo de Nashandra, ella le advertirá que el dragón es en realidad una falsa deidad. Aun así, el Portador de la maldición se dirige al Bosque de los Gigantes caídos para usar el Corazón de neblina de cenizas y mirar en los recuerdos de los Gigantes.
Las Tres Coronas
Si el Portador de la maldición decide hacerlo, puede utilizar el Corazón de neblina de cenizas en las pertenencias de Vendrick en la Cripta de los no muertos. Esto le permitirá al Portador hablar directamente con Vendrick, como era antes de ser Hueco. El rey le advierte al Portador de la maldición de la inutilidad en la búsqueda del Fuego, la Oscuridad que hay dentro de los humanos, y sobre las hijas del Padre del Abismo. Vendrick dirige al Portador en búsqueda de las tres coronas de poder, que pertenecieron a los reyes caídos.
El Portador de la maldición usa el portal en el Desfiladero negro para encontrar el caído reino de Shulva, una vez gobernado por el Rey Hundido. El rey gobernaba la ciudad en torno a la adoración de un dragón durmiente conocido como Sinh, hasta que su reino fue invadido por los Caballeros Sangre de Draco liderados por Sir Yorgh, quien trató de reclamar la sangre del dragón. Sir Yorgh mató al rey y luego despertó al dragón, el cual procedió a matar a todos y a arrasar la ciudad con su veneno. El Portador de la maldición asesina a Elana, la Reina Escuálida, una hija del Abismo, y a Sinh, el dragón durmiente para reclamar la Corona del Rey Hundido.
A continuación, el Portador de la maldición vuelve al Torreón de hierro, y viaja a través del portal para buscar la Corona del Viejo Rey de Hierro. El Portador de la maldición encuentra el reino bajo el dominio de otra hija del Abismo, Nadalia, Novia de Ceniza, quien murió muchos años antes de la llegada del Portador de la maldición. El Portador logra avanzar a través de las ruinas de la Torre de Bruma para encontrar finalmente al Caballero del Humo, quien protege los restos de Nadalia y a la Corona del Viejo Rey de Hierro.
Por último, el Portador de la maldición viaja al reino congelado de Eleum Loyce, una vez gobernado por el Rey de Marfil. Construida en torno al Viejo Caos, la ciudad fue abandonada y se congeló cuando su rey desapareció en el Caos. Guiado por la última hija del Abismo, Alsanna, Oráculo Callado, el Portador de la maldición busca a los caballeros restantes de Eleum Loyce para conseguir su ayuda y desafiar al Viejo Caos. Finalmente, el Portador encuentra al Rey de Marfil quemado en las profundidades del Caos, donde lo derrota y luego reclama la Corona del Rey de Marfil.
Una vez que el Portador de la maldición ha encontrado las tres coronas, junto con la propia corona de Vendrick, el rey caído le entrega un poder al Portador de la maldición, el cual le hace inmune a los efectos ahuecantes de la maldición. Ofreciéndole al Portador buscar la fuerza, le pregunta si permitir que las llamas se desvanezcan es realmente la única opción que existe. Tras esto el rey envía al Portador de la maldición de regreso.
Recuerdos de los marchitos
Usar el Corazón de neblina de cenizas sobre el cadáver del gigante Jeigh permite que el Portador de la maldición entre a las memorias del gigante y pueda luchar contra el Señor de los Gigantes durante los últimos días de la guerra entre Drangleic y los Gigantes. Tras derrotar al Señor de los Gigantes, adquiere la Afinidad con el gigante, que le permitirá reclamar el Trono del querer.
El Trono del querer
Debajo del Castillo de Drangleic, el Trono del querer aguarda. Aquí la Heraldo de Esmeralda se reúne por última vez con el Portador de la maldición, donde revela su pasado y declara el final del viaje. Ella advierte que si el Portador de la maldición prosigue en su búsqueda del trono, Nashandra, sabiendo que enlazará la llama y deseando más que nada el poder de la Primera Llama y la Gran Alma, irá tras él. Insta al Portador de la maldición de poner fin a Nashandra.
Después de derrotar al Vigilante y Defensor del trono, el Portador de la maldición es recibido por Nashandra, ahora en su verdadera forma, como una hija del Padre del Abismo. Luego de un duro combate, el Portador de la maldición finalmente derrota a la reina.
Si Vendrick es derrotado antes que Nashandra, y el Portador de la maldición ha hablado con Aldia en los tres lugares mencionados, habiendo respondido a sus preguntas, tras derrotar a Nashandra, el erudito del primer pecado emergerá del suelo diciendo que "muchos monarcas han ido y venido" y requiere que el Portador de la maldición responda como "conquistador de las adversidades". Aldia pondrá a prueba al Portador de la maldición para ver si es realmente digno de recibir el trono, en una confrontación final. Después de que el Portador de la maldición derrota a la forma física de Aldia, éste le pregunta que es lo que realmente quiere dando a elegir entre dos finales.
Epílogo
- Ir al trono: En este final, el Portador de la maldición acepta su parte en el ciclo del mundo y toma el trono. Hacerlo significa que se sacrificará para enlazar la llama, o permitirá que la llama continúe desvaneciéndose y convertirse en el Señor Oscuro. Lo que el Portador de la maldición elige es desconocido.
- Dejar el trono: En este final, el Portador de la maldición rechaza el trono, y amargamente se aleja, aparentemente para buscar otra forma más permanente de acabar con la maldición.